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Sistema de Concesiones de Infraestructura en Chile. Oportunidades de Inversión

  • Foto del escritor: Direction
    Direction
  • 1 sept
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 19 sept


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Estabilidad macroeconómica como base del modelo

Chile se ha consolidado en las últimas décadas como una de las economías más estables y abiertas de América Latina. Con una política fiscal y monetaria consistente, una inflación históricamente controlada y el mayor ingreso per cápita de la región, el país ofrece un marco atractivo para la inversión extranjera. La calidad de sus instituciones y el bajo nivel de riesgo soberano han permitido acceso fluido a financiamiento internacional, reduciendo el costo de capital y fortaleciendo la confianza de inversionistas globales.


El sistema de concesiones: una política de Estado

Desde los años noventa, Chile impulsó un sistema de concesiones pionero en la región, basado en asociaciones público-privadas (PPP). La Ley de Concesiones de 1991 y sus sucesivas actualizaciones han proporcionado un marco transparente y competitivo para atraer capital privado al desarrollo de infraestructura crítica: carreteras, aeropuertos, hospitales, puertos y, más recientemente, plantas desalinizadoras y sistemas de alerta temprana.

Un elemento innovador ha sido la adopción del modelo de Ingresos Netos Presentes (NPV), que asegura a los concesionarios alcanzar un umbral de ingresos y ajusta la duración del contrato según la demanda efectiva. Esto reduce la exposición al riesgo y genera incentivos a la eficiencia operativa.


Una cartera madura y diversificada

Al segundo trimestre de 2024, Chile contaba con 79 contratos activos, de los cuales 49 están en operación y 20 en construcción, con una inversión comprometida de US$ 26.3 mil millones. Más del 75% de las inversiones históricas se han concentrado en carreteras urbanas e interurbanas, pero en los últimos años la cartera se ha diversificado hacia aeropuertos, hospitales y proyectos no tradicionales.

El programa ha atraído a sponsors internacionales de primer nivel –desde empresas españolas como Sacyr y Abertis, hasta actores chinos como CRCC y CRBC, y fondos globales como BlackRock y Meridiam–, lo que demuestra la solidez y credibilidad del sistema.


Pipeline de oportunidades

El Ministerio de Obras Públicas (MOP) proyecta licitar en 2025-2026 proyectos por más de US$ 15 mil millones. Además de nuevas concesiones viales y aeroportuarias, el pipeline incorpora activos estratégicos en sectores emergentes: trenes, teleféricos urbanos, plantas de desalación, embalses y sistemas de transporte público integrados. Este giro hacia infraestructura sostenible y resiliente refleja la necesidad de responder tanto al cambio climático como a la creciente demanda social de conectividad y servicios de calidad.


Conclusión

El caso chileno confirma que la colaboración público-privada bien estructurada es capaz de transformar la matriz de infraestructura de un país, atrayendo inversión extranjera, promoviendo competitividad y mejorando la calidad de vida de los ciudadanos. La industria de concesiones no sólo ha sido clave en el pasado, sino que seguirá siendo un motor estratégico para la próxima ola de desarrollo en Chile.

 
 
 

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